Hangzhou fell to the Taiping rebels in 1861 he lost some eighteen of his relatives, including his mother.

in every case suggesting the failure of o cially sanctioned structures to requite loss, restore order, address human feeling, and commemorate the dead.

He de ed the absolute moral clarity of o cial narratives, absorbing the rhetoric of virtue into an account that privileged loss and emotion

Zhang Guanglie situates his e orts to locate and ritually honor the dead in relation to family cult and state honors—themselves important symbols of restoration.

ctionate description of physical detail and emotional connection—cleft by a moment of extreme violence.Zhang provides snapshot views of a woman whose loss occasioned profound personal pain—an image composed of intimate moments that reveal her a ection for her children, her personal habits, and those idiosyncrasies that capture her humanity

uthenticity of his grief through references to tears, physical pain, wailing, and other uncontrolled responses, which contrast neatly with hierarchical and orderly commemorative arrangements within established ritual settings.

Zhang Guanglie presents himself as the embodiment of his own bereavement.

shrine for the Loyal and Righteous in Hangzhou, an essay by one of Zhang’s acquaintances narrating the family’s tragedy, the table of contents of a collection of poems by Zhang about his deceased mother, and a record of a garden that he built as a monument to her

omposed the preface to A Record of 1861 (Xinyou ji), a compilation of materials honoring his mother, Zhang Yao shi, whose murder at the hands of a Taiping soldier he had witnessed as a child of eight sui nearly two decades earlier

una de las consecuencias más importantes en términos del diseño de la modernidad ha sido la supresión sistemática, y no pocas veces la destrucción, de mundos no modernos. “Dicho de una manera más contundente —afirma Fry— [la modernidad] no sólo robó el futuro a la gente que dañó y explotó sino que puso en marcha un proceso que negó el futuro y desfuturizó lo nacido y lo por nacer” (2015: 23). Pensar decolonialmente este asunto indica una crítica de la noción de un mundo hecho de un solo mundo y, por el contrario, defiende la idea de que “aunque el planeta es singular el mundo es plural —porque está formado y visto en diferencia—, como nosotros”

. Como razón de Estado la ciencia funciona como el lenguaje más eficaz de la violencia desarrollista e, incluso, estandariza los formatos de disidencia. Ante este hecho se levantan las protestas semiarticuladas de los subalternos que, a veces, se convierten en evaluaciones creativas del conocimiento Occidental que integran con elementos de diversos sistemas de conocimiento, disminuyendo la hegemonía de la ciencia y manteniendo viva una pluralidad de conciencias. De particular interés para mi preocupación por la relacionalidad y el diseño es el argumento de que al separar la cognición del afecto y las ideas de los sentimientos en aras de la objetividad, la ciencia contribuye a aumentar la tendencia de la modernidad hacia las patologías del aislamiento y la violencia, lo que permite a los científicos recibir crédito por descubrimientos constructivos al mismo tiempo que evitan la responsabilidad de los destructivos.

la idea predominante en Occidente de que todos vivimos en un solo mundo, compuesto por una realidad subyacente (una naturaleza) y muchas culturas. La noción de Law también deja en claro el carácter imperialista de esa noción porque supone la capacidad de Occidente para arrogarse el derecho a ser ‘el mundo’ y someter a todos los otros mundos a sus reglas, a un estado secundario o a la no existencia (a menudo figurativa y materialmente). Esta es la colonialidad del MUM. Es una idea muy seductora, sin embargo; la mejor manera de disiparla es, tal vez, etnográfica y decolonial, co