El desarrollo continúa siendo uno de los principales discursos y aparatos institucionales que estructuran la insostenibilidad y la desfuturización. Es crucial que los diseñadores para la transición resistan la fuerza intelectual y emocional de este imaginario, más aún ahora cuando ‘la comunidad internacional’ se prepara para otros quince años de prescripciones de políticas sosas, autointeresadas y perjudiciales, esta vez bajo el rubro de los llamados ‘indicadores de desarrollo sustentable’.
[...] los críticos culturales en muchas partes del mundo comenzaron a cuestionar la idea del desarrollo. Argumentaron que el desarrollo es un discurso de origen occidental que operaba como un mecanismo poderoso para la producción cultural, social y económica del Tercer Mundo