Este punto de vista, a su vez, nos permite colaborar con otros proyectos de humanidades digitales en el mundo pero también cuestionar las presuposiciones con respecto a la interoperabilidad y el ideal de la construcción de un sistema universalizante de comunicación, una intención babélica que se origina en centros de poder que asumen su propia comunicación como línea de base a la que los demás deben adaptarse. Es decir, las humanidades digitales en términos de conservación de la memoria permiten tanto construir lo propio y significativo como dialogar con una tradición más amplia. Lo propio aquí no es una visión nacionalista, por supuesto, sino la visión centrada en los propósitos y usos significativos de las comunidades que contruyen su historia y sus interpretaciones.
Sin embargo, creo que lo propio y la interoperabilidad no están en riña, sino que tienen que ver con cómo hay acceso diferenciado, pero interoperable a infraestructuras digitales dispuestas por y para las comunidades y alejadas de grandes oligopolios.
Por ejemplo, nuestro reciente proyecto de Cartofonías para la revitalización lingüística en La Chorrera, Amazonas usa tecnologías interoperables, pero se distancia de tecnologías hegemónicas y sus centros, de este modo no hospedamos el código en el privativo GitHub) ni usamos el motor wiki libre y complicado de la Wikimedia/Wikipedia, ni hospedamos las memorias en Meta/Instagram. Nuestra curaduría e interconexión de alternativas (Fossil, TiddlyWiki, Internet Archive) es interoperable pero alejadas de las hegemonías tecnoeconómicas libres o privativas. Las comunidades además son las que deciden sobre los accesos a los datos y una posible intranet, podría extender el computador en territorio dónde ahora están hospedados localmente, para que evolucione y crezca con condiciones de acceso distintas y más allá de lo que ahora están en línea.